miércoles, 7 de mayo de 2014

Día de la Madre: Cuenta regresiva - Parte 2

Parte 2. La mujer en el trabajo y en la lucha.
Desde mi punto de vista como médico, como mormón y feminista.


Estamos al rededor de 1870, en Utah. Martha M. Hughes era una joven de apenas 14 años, no obstante daba clases, estudiaba química en la Universidad Deseret y además trabajaba como tipógrafo en el Women's Exponent, periódico publicado para las mujeres Santos de los Últimos Días y editado por Emmeline B. Wells, otra gran mujer de quien hablaré en otra ocasión. Era la época de la poligamia y Brigham Young, los mormones tenían a penas un par de años viviendo sin que el gobierno estadounidense les molestara. La Iglesia crecía.

Martha decidió estudiar medicina, así es que terminó sus estudios en química y fue a la Universidad de Michigan a cumplir con su nueva meta, hito que lograría hasta 1881, e incluso yendo un poco mas allá con una licenciatura en farmacología por la Universidad de Pensilvania tan sólo un año después, así como un diplomado en oratoria y elocuencia. Concluyó sus estudios y permaneció ejerciendo la medicina en Michigan por un tiempo.

Al volver a Utah, en 1884 se casó con Angus M. Cannon, superintendente del recién creado Hospital Deseret, donde comenzó a trabajar. Se convirtió en la cuarta de las seis esposas plurales del hermano Cannon. Vivió dos años en el exilio, desde 1886 hasta 1888, en Inglaterra y Suiza, para huir de las acusaciones hechas por el gobierno contra la poligamia. Cuando por fin pudo regresar, se dedicó nuevamente a la medicina y a dar clases de enfermería en el mismo hospital.


El voto de la mujer era legal en Utah desde 1870 en Estados Unidos, sin embargo, por causa de la poligamia, un acta federal se los prohibió desde 1887. Martha fue, junto con otras hermanas miembros de la Sociedad de Socorro, parte importante del movimiento sufragista en Utah, hasta que tras años de lucha consiguieron el voto en 1896, año en el que ella misma se postuló como candidata demócrata para senadora de estado, compitiendo contra su esposo, quien estaba como candidato republicano para el mismo puesto. 

Como resultado de la votación, Martha resultó electa la primera senadora estatal del país, ocupando el cargo por dos períodos consecutivos, durante los cuales su mayor impacto fue a favor de las legislaturas a favor de la educación y el trabajo para las mujeres, estableció una junta estatal de salud y promovió la educación para sordos y discapacitados. Durante su segundo período tuvo a su tercer hijo. Al fallecer su esposo en 1915, fue a vivir a California, donde siguió ejerciendo la medicina en la Clínica Graves. 
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Esta es la historia de una médica, mormona y feminista. Me suena muy familiar, pero me sorprende cómo a lo largo de los primeros años de la iglesia, éstas tres identidades estaban altamente relacionadas, y me sorprende más que fueran tres roles perfectamente aceptados en la sociedad y cultura mormona. Me hace preguntarme si los conocidos roles de género son realmente tan divinos como a veces llegamos a creer. 

Lo que me ha hecho empatizar con estas historias, es el hecho de que la decisión de ser médica, de ser senadora, mormona, esposa plural y madre, fueron elecciones hechas por las mujeres libres y en virtud al albedrío con que habían sido investidas. Esa libertad que brinda el conocimiento, tanto espiritual como secular, es lo que marcó la diferencia. Mujeres fuertes que sabían que su papel no estaba marcado ni impuesto y que podían llegar a ser todo lo que se propusieran.

Una libertad que se ha ido perdiendo a través de la historia -y de los programas de correlación del sacerdocio, cuando todo pasó a manos del patriarcado, hasta la autonomía de la Sociedad de Socorro y la autoridad femenina de ungir y bendecir, por allá de 1970 y tantos. Pero una libertad latente en el corazón de muchas mujeres hoy en día, valientes, fuertes, que día tras día van tomando mayor presencia en cada ámbito laboral imaginable. No estoy en contra de la mujer que se queda en el hogar, siempre y cuando sea así por su propia voluntad y decisión. Tampoco critico a la mujer que estudia y que trabaja, siempre que sea su voluntad y decisión. 

Creo que el secreto está en encontrar el equilibrio entre la educación, la vida familiar y el trabajo, tomando una decisión y estando consciente que no debe ser universal y que lo que funcionó para Martha funcionará para mí. No todos podemos ser médicos y diputados en la misma vida, ni se espera que lo seamos. Lo que se espera de nosotros no importa. Importa lo que nosotros esperamos de nosotros mismos. Y ahí radica la importancia de elegir por vocación, por convicción y no por imposición. La mejor decisión será la que  tomes, porque la habrás tomado.

"De alguna manera sé que la mujer que se queda en casa todo el tiempo tiene el hogar mas desagradable que existe. Usted déme a una mujer que piense en algo más que en cocinas y lavadoras y franelas para bebé, y yo les mostraré con toda seguridad, una madre exitosa" 
Dra. Martha Mary Hughes Cannon 
El movimiento sufragista en Estados Unidos está plasmado de una jocosa manera en la canción "Socia Sufragista" de la película Marry Poppinshttp://youtu.be/Y4L3y8YJUuw. Pero en México fue diferente: aquí empezamos tarde, pero vamos a buen paso. No contamos con historias tan detalladas como la de Martha, pero espero poder escribir algo mas profundo sobre la historia de este movimiento en mi país.

La historia de la revolución mexicana nos deja con una Constitución en 1917, que no incluía a la mujer en el voto porque "las mujeres no sienten la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en este sentido". Pero me pregunto si realmente esta apatía sería genuina o si estaría condicionada por el machismo que ha permeado a nuestra sociedad desde hace tanto tiempo. En 1923 Yucatán se convirtió en el estado más progresista en este aspecto, al resultar electas tres senadoras y una regidora para el ayuntamiento de Mérida, que sin embargo fueron obligadas a dejar el puesto tras el asesinato del gobernador. Pasaron 14 años para que el presidente Lázaro Cárdenas propusiera una reforma a la ley que permitiría el voto a la mujer, y 10 años más para que entrara oficialmente en vigor en 1947 y se concediera el sufragio femenino... para las elecciones municipales. Finalmente pasaron 8 años para que se aprobara la modificación total de la Constitución, que autorizó a la mujer a ejercer su voto e la primera elección universal el 3 de julio de 1955.

La mujer se ha visto privada en muchas culturas de sus derechos más básicos: el derecho a la vida, a la salud (incluyendo la salud reproductiva, de la que hablaremos en la tercera parte de esta publicación), a la educación, al trabajo, a la igualdad de oportunidades, a elegir con quién unirse en matrimonio, a la justicia... la lista es interminable. Pero la mujer, con la fortaleza que la caracteriza, ha sabido salir adelante y lo seguirá haciendo, sin importar todos los obstáculos que se le pongan, así sea una cadena en el tobillo o una venda en los ojos.

Más recursos en inglés:

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